Irati ha conocido una vida intensa que ha dejado sus huellas. En su interior podemos encontrar más de dos centenares de dólmenes y cúmulos, la mayor concentración de restos megalíticos del Pirineo. Estos bosques fueron en la edad media lugar de caza de los reyes de Navarra, campo de batalla en numerosas guerras y, más recientemente, paso para la fuga de aviadores y perseguidos en la segunda guerra mundial. Aunque pueda sorprender cuenta también con un rico pasado industrial. Fue lugar de trabajo de carboneros y fabricantes de piezas de madera, hubo numerosas serrerías y ferrerías la mayor de las cuales se transformó a finales del siglo XVIII en la importante fabrica de armas de Orbaizeta.
Hoy es un santuario de la naturaleza que podemos descubrir y disfrutar a través de sus rutas y sendas.
La ruta circular que nosotros hicimos discurre por el interior del bosque de Irati entre hayas y abetos de porte colosal y nos permitió descubrir una pequeña parte del mayor hayedo de Europa.
El acceso desde Isaba dónde nosotros nos encontrábamos alojados es un poco largo, pero merece la pena acercarse hasta aquí. Hay que ir a Ochagavía, allí tomar la carretera hasta el collado de Tapla (donde podremos disfrutar de una panorámica impresionante) y descender a las casas de Irati.
Se ve que había mucha gente (aunque nosotros no vimos a nadie durante nuestra ruta) porqué un amable guarda nos hizo aparcar, antes de llegar al parking, en la misma carretera. Nos vino bien, porqué la ruta comienza justo al lado de donde dejamos el coche. La excursión enlaza dos senderos locales (SL NA-69 y SL NA 60A) uno de ida al embalse de Koixta y otro de vuelta. Así pues el camino está balizado con las típicas marcas verdes y blancas que tienen este tipo de senderos.
Tras atravesar la carretera, penetramos en el hayedo que bordea en toda su longitud el río Urtxuria. La frondosidad del lugar es espectacular y tras un breve descenso que nos deja prácticamente en el río el sendero se vuelve ascendente por lugares muy estrechos y vertiginosos. La pendiente de la montaña es espectacular aunque nuestro sendero va haciendo una media ladera ascendente. Tal es la pendiente que a Cris se le cae la cámara al suelo y esta empieza a rodar montaña abajo a una velocidad de vértigo. Procuramos no perderla de vista y cuando se para (junto al río) bajo a por ella y la recupero, en perfecto estado, por cierto.
El sendero es un constante subir y bajar y tras atravesar una regata se sale a un claro. Al rato llegamos a una pista que nos deja en el embalse de Koixta, atravesamos el muro de la presa y remontamos un poco el río buscando una poza donde darnos un baño, cuando la encontramos aprovechamos para comer y relajarnos un rato, estamos a mitad de la ruta.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta presa y tomamos el sendero de vuelta (SL NA 60A). Al principio la senda es amplia y asciende entre hayas y abetos de gran tamaño para luego subir por fuerte pendiente zigzageando hasta los llanos de Akerreria donde el lugar se despeja. A 300 metros del camino hay un balcón natural (perfectamente señalizado) que permite disfrutar del bosque en toda su extensión.
Volvemos al camino que a partir de este punto va en continua bajada hasta que se llega (muy cerca ya del punto de inicio) a un cruce que permite seguir por la ruta que traíamos o coger un sendero denominado sendero de los sentidos. Nostros seguimos por el sendero que traíamos, pero debimos haber cogido el otro porque aunque llevan al mismo sitio en el de los sentidos diversos rótulos informan de los árboles y arbustos más representativos del bosque (aunque de esto nos enteramos después).
Tras la ruta que fue la más dura de las que hicimos (con los niños) estas vacaciones, nos fuimos a Ochagavía a disfrutar de una buena cena.
Al igual que en la ruta anterior el GPS no cogió bien las coordenadas del inicio. La ruta comienza en el mismo punto donde termina.
Galería de fotos
Mapa de la ruta
Resumen de la actividad
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