El Pico Otal, cuya cima piramidal se eleva cerca de 1.500 metros desde el valle de Bujaruelo, es la segunda cima más alta de la Sierra Tendeñera en el Pirineo aragonés. Se trata de un monte poco frecuentado por tres motivos: está aislado, subirlo desde cualquiera de sus vertientes es una tarea exigente y no supera los 3.000 metros de altura. En este artículo cuento la escalada invernal de su corredor oeste y la posterior bajada por el corredor este hacia Bujaruelo.
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Los Pirineos, prodigiosos, extensos, agrestes, hermosos, de una variedad y riqueza enorme, son la cordillera más importante del sur de Europa y el istmo de unión entre la Península Ibérica y el resto del continente.
1. Introducción
Este sistema montañoso de unos 450 kilómetros de longitud, entre 50 y 150 kilómetros de anchura y una altitud media en torno a los 2.500 metros (superior a la de los Alpes), se extiende entre los mares Cantábrico y Mediterráneo.
Por estructura geológica, diversidad paisajística y peso histórico son, aunque pueda parecer exagerado, uno de los territorios de alta montaña más exclusivos a nivel mundial.
Aunque el tamaño de los Pirineos a escala planetaria es pequeño y alejado de las grandes cordilleras, sin disponer tampoco de grandes masas glaciares sus condiciones geo-climáticas, el plegamiento alpino, la herencia del glaciarismo, los caprichos del relieve y un impresionante legado cultural hacen de este, un espacio natural privilegiado.
Vistos en un mapa o desde un satélite parecen constituir una unidad geográfica bien definida, pero lo cierto es que albergan una rica diversidad y existen claras diferencias naturales, sociales, culturales, artísticas y de lengua, entre las distintas comunidades que lo habitan, aunque en todas ellas flota en el aire un orgullo común de pertenecer a estas montañas.
En la vertiente española se extiende por las provincias de Guipúzcoa, Navarra, Huesca, Lérida y Gerona, mientras que en la francesa, lo hace por los departamentos de los Pirineos Atlánticos, Altos Pirineos, Alto Garona, Ariège y los Pirineos Orientales. Además su interior alberga un país entero, el Principado de Andorra.
Se trata de una macrorregión con una gran concentración de cumbres de alta montaña que destaca por la gran cantidad de matices que dan una enorme personalidad a cada uno de sus valles.
217 de sus cumbres superan los 3.000 metros de altitud muchas de las cuales forman parte de la línea transfronteriza, siendo su máxima elevación, con 3.404 metros el Aneto.
Del bosque atlántico al mediterráneo, del roquedo calcáreo al granítico, el espacio natural se muestra con vigor, energía y exuberancia atendiendo a su geografía física indomable. Además dispone de gran riqueza cultural e histórica en cada uno de sus rincones y ha sido un lugar de paso y un punto geopolítico de gran trascendencia histórica a lo largo de la historia.
2. Historia natural de los Pirineos
Iberia, Europa, el Cantábrico y el Mediterráneo son los cuatros ejes fundamentales para entender los Pirineos.
Las grandes diferencias climáticas y de altura que se dan a lo largo y ancho de estos montes hacen que tanto las especies vegetales como animales sean muy ricas y variadas.
Geología
Los Pirineos son una espina dorsal que pertenece al conjunto de montañas que se elevaron en Europa en la era primaria. Su formación se remonta a unos 300 millones de años, cuando la pequeña placa ibérica choca con la euroasiática. El brutal impacto tectónico produce una notable convulsión que hace ascender todo tipo de materiales que hasta entonces se encontraban en el fondo de un mar primigenio. Los Pirineos son un conjunto de montañas de fuego surgidas desde las entrañas de la corteza terrestre.
Hace unos 35 millones de años se produjo lo que se conoce como Orogenia Alpina, una etapa del Cenozoico que formó las principales cadenas montañosas del sur de Europa y Asia, entre ellas los Pirineos. Durante este periodo nuevas convulsiones levantaron tanto la zona axial como las capas calizas que la bordeaban, desprendiéndose éstas y deslizándose hacia el sur.
Los cuatro períodos de glaciaciones que ha sufrido la Tierra han producido con su hielo la erosión y modelación definitiva de la cadena montañosa, creando y dando forma a valles, morrenas, circos y paredes. También a los pocos glaciares que aún quedan, que están en regresión y que constituyen auténticas reliquias geológicas.
Actualmente, en los Pirineos pueden distinguirse cuatro partes claramente diferenciadas, que de norte a sur son:
- El Pirineo Axial, en el que se encuentran varias de las cumbres más altas, como el Anie, Aneto, Posets, Vignemale, Perdiguero o Pica d’Estats por citar alguna.
- Las sierras interiores pirenaicas, adosadas a la anterior, están formadas por calizas, margas y areniscas y están representadas por el Monte Perdido, Balaitus, Peña Collarada y Cotiella.
- Depresión longitudinal intrapirenaica (rellenada con materiales blandos).
- Sierras exteriores pirenaicas, formadas en parte por calizas de estructura plegada y morfología kárstica.
3. Historia mitológica de los Pirineos
En la Edad de los Héroes, una de las cinco edades del hombre en la mitología griega según Hesíodo, lo que ahora es la cordillera pirenaica era una región llana y boscosa que formaba parte de los dominios del legendario rey Tubal.
Este tenía una hija, Pyrene, y tal era su belleza que enloquecía a todo hombre que la conocía.
Pyrene había sido nombrada cuidadora de las aguas y vivía en la inmensidad de los bosques, donde paseaba y disfrutaba de la naturaleza.
Cuando Hércules se dirigía a efectuar uno de sus doce trabajos, atravesó el bosque en el que vivía Pyrene, se cruzaron y en cuanto se vieron se enamoraron.
Durante meses Pyrene y Hércules se amaban a escondidas en la profundidad de los bosques de Iberia, pero un día Tubal los descubrió. El rey obligó a Hércules a salir de sus tierras y prohibió a su hija volver a verle. Aunque desterrado, el héroe griego siguió pendiente de su amada en la distancia.
Pasó el tiempo y Pyrene conoció a Gerión, un gigantesco monstruo de tres cabezas, que de inmediato quedó prendado de ella. Sin embargo, el corazón de Pyrene seguía perteneciendo a Hércules y rechazaba a Gerión.
El poderoso Gerión no aceptó la negativa y comenzó a perseguir a Pyrene que corrió a esconderse en las profundidades del bosque. Gerión quemó el bosque para obligar a Pyrene a salir, pero esta se internó aún más en la espesura quedando atrapada por el fuego.
Cuando Hércules se enteró de lo sucedido acudió, aunque solo a tiempo para presenciar el último aliento de Pyrene. Desgarrado, enterró a su amada en lo más profundo del bosque y comenzó a apilar rocas sobre su tumba para formar un gran túmulo funerario. Tal fue la pasión que acabó formando un enorme mausoleo, la actual cordillera de los Pirineos que lleva su nombre en honor a la princesa.
Las lágrimas de Pyrene cuando supo cuál iba a ser su destino formaron los lagos de montaña que hay cerca de las actuales cumbres pirenaicas y que hoy conocemos como ibones.
Otra versión cuenta que del amor entre Hércules y Pyrene nació una serpiente espantosa. Ante el dolor y la pena, Pyrene huyó al monte donde murió. Hércules encontró el cuerpo sin vida de su amada y construyó un mausoleo de grandes rocas en su honor, que sería el origen de los Pirineos.
4. Los tresmiles de Pirineos
Los tresmiles de Pirineos han ejercido y ejercen una atracción especial en montañeros y alpinistas. La crónica de la conquista de las 217 cotas que superan este mítico número, resume a la perfección la historia montañera de la cordillera y supone además uno de sus capítulos más importantes.
Sin embargo, los relatos de las primeras cumbres hoyadas no siempre coinciden con las primeras ascensiones reales por dos motivos. En primer lugar, porque posiblemente muchas ascensiones no se documentaron en absoluto o se hizo de forma imprecisa. En segundo lugar, porque la toponimia actual no siempre coincide con la de la época, por lo que la montaña que consta en los papeles y la realmente ascendida pueden diferir.
La ascensión al Turón de Néouvielle, de 3.035 m, es la primera a un tresmil de la que se tienen noticias. Fue el 2 de agosto de 1787 y la consiguió una expedición formada por H. Reboul, Vidal y el guía Guicharnaud. Algunos investigadores sugieren que los primeros ascensionistas no se quedaron en el Turón, sino que llegaron hasta el Soum de Mauportet, de 3.039 m, hoy conocido como Pico de los Tres Consejeros. Cuando se alcanzó su cumbre apenas existían referencias dignas de crédito sobre la ascensión a cualquier otra montaña pirenaica.
En los años siguientes los objetivos prioritarios continuaron siendo los tresmiles, llegandoles su momento a las tres cumbres más altas de la cordillera: Monte Perdido (1802), Aneto (1842) y Posets (1856).
Los primeros en subir a los picos más altos fueron geógrafos, cartógrafos y militares (tanto franceses como españoles), encargados de elaborar el mapa de Pirineos y delimitar la línea fronteriza entre ambos países.
Luego llegaron los nobles y aristócratas animados por el talante romántico y aventurero. Sus bases de operaciones eran los balnearios de Bareges, Cauterets y Luchon. Entre ellos destacan los franceses, aunque también había ingleses, alemanes e incluso rusos. Todos ellos se ayudaron de pastores y cazadores que ejercían de guías, y que en la mayoría de los casos permanecen en el más absoluto anonimato.
De este periodo destaca el nombre de una mujer, la británica Ann Mister que participó en la primera ascensión conocida al Vignemale en el año 1838.
El Conde Henry Russell se convirtió en el personaje más legendario de la época, no solo por ser responsable de varias primeras ascensiones, sobretodo, porque tal era su pasión por la cordillera que adquirió una concesión de propiedad sobre el Vignemale por 99 años.
Allí mandó tallar cuevas en tres puntos privilegiados para instalar en ellas su vivienda veraniega donde pensaba pasar su jubilación. Se construyeron un total de siete entre los años 1881 y 1893.
Tras la época de la conquista de las cumbres por los itinerarios más accesibles, empiezan las rutas con más dificultad. Es entonces cuando entra en escena Henry Brulle quien participa en actividades tan interesantes como el Clot de Hount al Vigname en 1879, la norte del Monte Perdido en 1888 y el corredor de Gaube 1889, actividad está última que no volvería a repetirse hasta 1933.
Llegado el momento de las primeras invernales aparece otro especialista: Roger de Monts que ascendió en esta estación muchos tresmiles, entre ellos los más altos: Aneto, Posets y Monte Perdido.
Los cinco hermanos Cadier marcaron un nuevo y definitivo hito al prescindir de los guías. Dos de ellos realizaron la primera ascensión a la Torre de Costerillou (1913) considerado como el tresmil más difícil de Pirineos.