La primera vez que estuve con Domingo y Juanan, dos de los miembros de los Carrozas climbing, me explicaron la filosofía y la forma de hacer de este grupo de montañeros. Después dijeron las palabras mágicas: “cuando quieras te vienes con nosotros” y por supuesto, no lo dude ni un instante. Deje pasar un par de semanas de cortesía, que aproveché para ponerme un poco a tono, ya que aunque ellos son muy modestos desde el principio supe que es un equipo que se mueve con mucha soltura por pared y quería estar a la altura. Después de este tiempo prudencial, en el que escalé las vías Código vertical y Derecha del espolón en la Pared Negra de Orihuela, le mande un correo a Domingo. Inmediatamente me contesto y me invitó a ir con ellos el sábado siguiente.
Los Carrozas tienen la buena costumbre de salir todos los sábados y domingos a escalar y de regresar a casa antes de las 13:00h para poder comer con sus respectivas familias, al menos eso me había dicho Domingo. Pero cuando me comentó que la vía que haríamos sería la Seiquer Bo en Redován pensé que a pesar de lo que me habían dicho llegaríamos muy justos a casa. Se trata de una vía semiequipada de 400 metros de longitud repartidos en 11 largos y con una dificultad máxima de V+. Las cuentas no me terminaban de salir. Tampoco me importaba demasiado, lo importante era conocerlos y escalar. Así que le dije a Cris que igual llegaba a comer aunque si se hacía la hora mejor no me esperaran.
El sábado 15 de febrero a las 8:15 h me encontré con Domingo, Juanan y Julio (los únicos Carrozas que vinieron ese día, pues según me comentaron parte del equipo estaba convaleciente), en el parking que hay frente al depósito de agua de Redován y sin perder tiempo nos pusimos en marcha hacia el pie de vía.
El ritmo de ascenso hacía la pared era muy tranquilo, incluso podría decirse que lento. A mi me parecía estupendo, así el cuerpo podía entrar poco a poco en calor. La cosa cambió en cuanto se pusieron los pies de gato, es como si les dieran alas.
Escalando iban rápidos, muy rápidos, y lo acusé sobre todo en los primeros metros de pared. Cuando entre en calor empecé a ir más cómodo. Escalar a este ritmo tiene la ventaja de que no te da tiempo más que a pensar en el siguiente paso, en la roca, en la pared, y tu cabeza está únicamente centrada en lo que tiene que estar: en escalar. Como desventaja comentar que apenas pude sacar 4 ó 5 fotos. Por supuesto un mal menor, pero me hubiera gustado ilustrar esta entrada como se merece.
De la vía recuerdo especialmente el séptimo largo. El largo, que discurre paralelo al clave de la P.D.P., es especialmente vertical y muy bonito. Me hubiera gustado hacerlo de primero, pero en ese momento iba Julio. También me gustaron mucho el último, que en realidad es el último de la P.D.P. y el tercero y cuarto.
Tardamos muy poco en hacer la vía, y una vez arriba bebimos, echamos un bocado y emprendimos la bajada caminando, ya que según ellos es más rápido que rapelando. Yo me fio de su criterio, además cuando hice la P.D.P. con Sento también bajamos a pie.
Tal y como me habían asegurado estaba de vuelta en casa antes de las 13:00h con casi todo el día por delante y eso después de escalar una vía de más de 450 metros. Cuando me vió Cris me dijo: «¿Pero no te habías ido a escalar?»
Ahora solo pienso en la próxima vía con este extraordinario equipo, porque pienso repetir.
¡Muchas gracias Carrozas!
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