Caminamos despacio y bajo una espesa niebla hacia el refugio de la Vega de Urriellu en el Macizo Central de los Picos de Europa. A pesar de que estamos en pleno mes de agosto y en uno de los puntos más simbólicos de la montaña española apenas nos cruzamos con nadie. Hemos recorrido unos mil kilómetros desde Alicante, así que, las casi tres horas de marcha que separan el refugio, del aparcamiento que hay bajo el collado de Pandébano (donde hemos dejado el coche), nos permiten estirar las piernas y empaparnos poco a poco de este paraíso pétreo. La niebla abre de vez en cuando dejando entrever siluetas rocosas que invitan a la imaginación. De pronto a lo lejos se intuye el filo de una enorme pared caliza, se trata de nuestro objetivo, el Naranjo de Bulnes o Picu Urriellu de 2.519 m. La visión resulta sobrecogedora pues las nubes solo permiten intuir la montaña y ésta, tras el velo nuboso parece mayor e impone aún más. A los pocos minutos las nubes se abren completamente y nos deleitamos observando el atardecer sobre la cara norte de la pared por donde discurre la vía que escalaremos mañana, la Pidal Cainejo.
Un poco de historia
112 años y un día después de que Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa, y Gregorio Pérez, el Cainejo, ascendieran el Naranjo de Bulnes por primera vez y por esta misma vía, lo hicimos nosotros. Ellos el 5 de agosto de 1904, nosotros el 6 del mismo mes de 2016. Ellos con el único auxilio de una cuerda de cáñamo atada a la cintura, nosotros con nuestro moderno material de escalada.
No voy a dar detalles de aquella memorable gesta conocida por cualquier alpinista que se precie de serlo, pero si voy a hablar por encima de la personalidad de su responsables.
Gregorio Pérez el Cainejo, intuición, fuerza y naturaleza, fue el cabeza de cuerda de aquella mítica primera ascensión. Buscó el camino más adecuado, sorteó los pasos más verticales y ayudó a su compañero a resolver los pasos más duros tirando de la cuerda cuando fue necesario. Su vida en la montaña lo forjó como pastor, cazador y montañero y fué uno de los primeros guías de montaña de nuestro país.
Pedro Pidal el Marqués, visionario, ilustrado y cerebral, era un hombre popular y controvertido que en algunos aspectos estaba adelantado a su tiempo y cuya personalidad ha llamado mi atención. Además de dedicarse a la política participó en los Juegos Olímpicos de París. Fue uno de los precursores de la primera ley de Parques Nacionales del mundo redactada en 1916 que recogía el concepto estético y paisajístico de parque nacional, bajo el que se declararon en 1918, los dos primeros parques nacionales españoles, el de la Montaña de Covadonga y el de Ordesa. A pesar de ser un ferviente católico y un firme defensor de la dictadura de Franco defendió la libertad de cultos y luchó por la autonomía de Cataluña en el Parlamento.
Fue la conjunción estos dos hombres contradictorios la que consiguió la primera ascensión a esta montaña e inauguró la escalada en nuestro país.
Comentarios previos
La ruta recorre la profunda grieta que parte en dos la cara norte desde el hombro oeste. Para llegar al hombro hay que escalar la Llambrialina «una placa lisa, muy inclinada y sin agarradero alguno» en palabras del propio Pedro Pidal.
Respecto de la graduación que he visto visto en guías y reseñas, los primeros y últimos largos coinciden con mi opinión, pero los largos de las dos “Panzas de burra” son desde mi punto de vista V+ con algún paso aislado de 6a. Es curioso porque son precisamente esos largos donde la roca es la de peor calidad de la pared, algo pulida que me recordó a la norte del Peñón de Ifach. No se si esto ha tenido que ver o simplemente ocurre como en otras muchas clásicas y es que están decotadas ó como dirían algunos con el grado antiguo, mucho más duro que el actual. En todo caso, recomiendo ir con el 6a de cacharros asentado para evitar sorpresas.
El equipamiento de la vía es escaso con varios clavos (sobretodo en reuniones) y poco más, lo típico en este tipo de clásicas.
Nuestra actividad
La idea, como no, fue de Domingo que nos había avisado con antelación porque las fechas eran complicadas. La respuesta fué rápida y unánime, todos contestamos que sí, que nos íbamos. Al final hubo ligeros cambios y el grupo definitivo fue el siguiente: Domingo, Juanan, Raúl, Sergio, Julio, Fermín y yo.
Acceso a la vía Pidal Cainejo en el Naranjo de Bulnes
A las 6:50h nos levantamos. No es que hayamos madrugado en exceso, más aún teniendo en cuenta la cantidad de gente que hay en el refugio y sus alrededores, pero el desayuno no lo sirven hasta las 7:00h y hemos subido hasta el refugio con lo justo. A las 7:30h nos ponemos en marcha por el sendero que comienza en la fuente que hay junto al refugio. Éste desciende hasta la entrada del Canal de la Celada, allí gira a la derecha para ganar altura. Tras un tramo abrupto la pendiente se suaviza para dirigirse hacia la base de la pared este. Una “Y” de roca muy característica sirve de referencia visual pues debemos pasar junto a ella.
Pasamos junto al inicio de la Cepeda donde hay varias cordadas escalando y unas cuantas esperando su turno. Superamos un pequeño repecho y justo después llegamos a un rellano donde nos encontramos una cordada que acaba de comenzar a escalar, son dos chicos de Miranda de Ebro y uno de Vitoria. Con ellos vamos a pasar tiempo y no solo en la pared, por la noche y por pura casualidad compartiremos mesa durante la cena en el refugio.
Escalada de la vía Pidal Cainejo
Comenzamos a escalar por debajo de la cordada que nos precede, siguiendo a Domingo que desciende una pequeña canal hasta situarse en una repisa algo más baja. Los primeros metros discurren desde esa repisa en travesía horizontal hacia la derecha buscando una cueva característica donde está la primera reunión.
Continuamos por la derecha para situarnos debajo de la Llambrialina (placa inclinada muy característica de caliza lisa). Una vez terminada giramos a la izquierda para continuar ganando altura en diagonal por unas viras hacia la derecha. Superamos entonces un canalizo y un diedro que nos deja en una amplia terraza. Estos primeros largos discurren sobre excelente caliza, que me recordó a la del Espolón Central del Puig Campana, y son muy disfrutones aunque algo expuestos. El tiempo acompaña y el optimismo me embarga.
Un largo de transición en el que no ganamos altura, nos conduce a través de una terraza algo descompuesta al hombro noroeste. Allí hacemos un descanso que aprovechamos para almorzar algo.
Escalamos todo el hombro hasta situarnos en una reunión que hay justo debajo de la enorme fisura que divide la pared norte en dos mitades. Los siguientes dos largos, donde están las famosas “Panzas de burra”, son desde mi punto de vista los claves de la vía y es en esos largos donde mi opinión sobre su dificultad no coincide con las reseñas que he leído.
Superamos el diedro situado encima de la reunión y nos desplazamos ligeramente a la derecha hasta entrar en una fisura. Tras superarla llegamos a un nicho donde hay una cómoda repisa al pie de una chimenea. Este largo lo abrió Raúl y para mi fue el más duro y con más ambiente de la vía. El siguiente largo que abrió Sergio también fue otro de los duros, discurre por la canal/chimenea que se hace cada vez más vertical hasta que llegando al final de la misma hay que desplazarse a la derecha superar un bloque tras el cual hay una cómoda y amplia reunión.
Los últimos 150 metros los hicimos al estilo carroza, rápidos y ensamblados. Fermín y yo, que habíamos compartido cuerda durante toda la escalada, fuimos muy por detrás de nuestros compañeros y ligeramente a la derecha de la via original evitando la canal de salida por la posible caída de piedras. Fue un tramo muy disfrutón a sabiendas de que ya habíamos pasado lo más duro de la vía. Cuando llegamos arriba nuestros amigos nos esperaban para abrazarnos y hacer las fotos de rigor. Mucha emoción allí arriba, algunos en soledad, otros con compañía y yo intentando comunicarme (sin éxito) con mi hija pues era su cumpleaños, a ella le dedico esta escalada.
La bajada por la cara sur, primero destrepando y luego a través de tres rápeles la organizó Domingo de tal forma que casi sin darnos cuenta estábamos todos al pie de vía. Y no solo nosotros, también los chicos con los que compartimos vía se aprovecharon de la experiencia de Domingo y descendimos los 10 en un abrir y cerrar de ojos.
Volvimos al refugio, por la senda que rodea la montaña contentos e incrédulos por la gran actividad que acabábamos de realizar. El resto de la tarde la pasamos emocionados en los alrededores del refugio observando otras cordadas que estaban en la oeste y comentando su escalada desde nuestra cómoda posición.
El domingo bajamos tranquilamente volviendo la vista atrás cada pocos pasos observando el gran coloso que escalamos la jornada anterior muy contentos de nuestra hazaña y realizamos el largo camino de vuelta a Alicante.
Escalar la que es considerada como la primera gran clásica del alpinismo español en la pared más emblemática de nuestra geografía por la vía que dio origen a la escalada moderna en nuestro país, con tan fantástico grupo de amigos ha sido una gran experiencia que como todas las buenas escaladas que estoy haciendo últimamente debo agradecer a los Carrozas Climbing en general y a Domingo (alma mater del grupo) en particular, ¡muchas gracias y hasta la próxima!
Galería de fotos
Resumen de la actividad
Entorno y medio | |
---|---|
Macizo Central de los Picos de Europa | |
Pico Urriellu | |
Espacio natural protegido | |
Cielo despejado, temperatura agradable y sin viento |