La Gran Repisa: Una actividad a mitad de camino entre escalada y montañismo

La Gran Repisa, junto con la Cresta de las Jotas, son las vías de escalada más sencillas para ascender a la Cima Grande del Esquinal del Racó Calderó en el Cabeçó d’Or. Aunque se trata de una escalada fácil, no deja de ser una ruta de aventura que no conviene subestimar. Moverse por la pared con soltura e intuir el recorrido serán mucho más importantes que resolver los pasos.

La idea es de Darwin. Él se lo comenta a Fernando y este a mí. No hay que mucho pensar, sólo encontrar la fecha.

Darwin y Fernando trabajan en el Mercadona de al lado de casa y son grandes entusiastas de la montaña el primero y del deporte en el medio natural el segundo. Siempre que nos vemos, que es prácticamente una vez en semana, comentamos nuestras actividades pasadas y nuestros planes de futuro. Con los dos he quedado varias veces para hacer escalada deportiva y con Fernando escalé, en una intensa jornada, la combinación de vías Don Rodrigo Osú y Nochebuena en la pared del Rut de Redován.

La Gran Repisa (265 m, IV)

Es domingo y hemos madrugado para entrar temprano en la pared. Pero da la casualidad de que hoy se celebra la IX edición del Cabeçó trail Aigües y un agente forestal, que ha venido a supervisar la carrera y se encuentra en el cruce que se dirige al Racó del Calderó, nos para al vernos pertrechados con todo el material de escalada.

La escalada está regulada en gran parte de este barranco por la nidificación de una pareja de águila perdicera, que además este año ha sacado un pollo adelante. Sin embargo, la cara oeste de la Cima Grande, por donde discurre La Gran Repisa, no se ve afectada por la regulación, y así se lo hacemos saber. A pesar de llevarlo hasta el cartel donde se indican las zonas afectadas y mostrarle hacia dónde nos dirigimos, no parece muy convencido y nos pide por si acaso, los nombres y DNIs a cada uno de nosotros, tras lo cual nos permite continuar. Eso sí, después de más de media hora de charla.

Aproximación 

Avanzamos un poco por el barranco hasta un desvío a mano izquierda que se dirige a la Cresta de las Jotas. Dejamos atrás el inicio de esta vía de escalada y continuamos monte a través paralelos a las paredes con el inicio de La Gran Repisa como referencia visual. La aproximación es incómoda pero no tiene pérdida.

Cuando estamos cerca del pie de vía, un halcón peregrino comienza a sobrevolarnos mientras lanza grandes chillidos. No tardamos en entender la razón. Su nido está justo al inicio de La Gran Repisa, y en él, un pollo bien desarrollado pero que aún no vuela, nos observa asustado.

Nos acercamos al pie de vía emocionados por tener tan cerca a esta pequeña rapaz, aunque procuramos molestar lo menos posible. Si la Conselleria de Medio Ambiente tuviera conocimiento de la existencia de este nido, tal vez también aquí se restringiría la escalada.

La escalada

L.1 (IV, 50 m): Dice Manuel Bernabéu, en su Guía de escalada del Cabeçó d’Or, que este es el largo más escalable y probablemente sea así, pero al menos para mí, no es el mejor, desde luego no el que más disfruto. 

Una flecha picada en la roca señala el inicio de la escalada, y un clavo en una fisura, que se debe recorrer por completo, ayuda a seguir el trazado. Tras superar el paso clave, la vía va perdiendo verticalidad y dificultad. Los últimos metros son un trepadero por una zona de piedra suelta en la que busco con desesperación un lugar donde montar la reunión porque, el árbol del que habla Manuel Bernabéu, donde supuestamente se hace la reunión, ya no existe y las posibilidades son escasas. Tras dar varias vueltas arriba y abajo consigo montar una, aunque algo precaria.

Cuando estamos los tres arriba continuamos caminando por la terraza hacia la izquierda hasta llegar a un contrafuerte rocoso que divide La Gran Repisa en dos. Se puede subir por cualquiera de sus lados, ya que algo más arriba vuelve a juntarse. Nosotros lo hacemos por la derecha más cerca de la pared, con el inicio de la cresta que tenemos enfrente como objetivo.

Aunque esta larga terraza rompe la continuidad de la escalada, es un lugar que me gusta y que justifica la ascensión. No hay otra forma de llegar hasta aquí que no sea a través de esta ruta.

L.2 (60 m, III): El largo discurre por una cresta muy fácil que Darwin acomete sin asegurar. Yo prefiero saltar al lado opuesto del que venimos, montar una reunión rápida y asegurarlo, no tanto por mi, como por Fernando. En cualquier caso, solo tiene un paso ligeramente expuesto (que no difícil) al principio, luego es un trepadero sencillo.

L.3 (40 m, III+): Este largo es el que más me gusta. La roca es buena y las trepas se enlazan fácilmente disfrutando mucho de la ascensión. Tiene un clavo en la primera sección que, depende por donde se suba, puede pasar desapercibido, aunque en mi caso lo veo y lo uso. Termina en una amplia repisa donde también se encuentra la instalación de rápel por donde vamos a bajar.

Bajada

Un rápel de 30 metros, que hacemos con cuerda simple (hemos venido con dos de 60 metros) nos separa del suelo. Tras la maniobra nos dirigimos al collado en el que termina el barranc del Vidrier. Este barranco que conozco bien (paso por aquí prácticamente cada semana), lo bajo casi a la carrera, en cambio mi compañeros descienden tranquilos disfrutando del entorno, así que nos encontramos de nuevo a la altura de la Aguja del Ojal donde les espero. La bajada no es cómoda, ni siquiera fácil ya que la senda se encuentra descarnada y rota, pero a mi es un terreno que me gusta.

Ya en el coche, valoramos la actividad y comentamos lo mucho que hemos disfrutado. Y es que La Gran Repisa puede considerarse como una actividad a mitad de camino entre escalada y montañismo. La terraza intermedia, que rompe la continuidad de la vía, y para un escalador será un inconveniente, para el montañero es un regalo. Le permite detenerse, respirar y disfrutar de un lugar único al que no se puede acceder de otro modo.

Conclusión 

Había pensado titular este artículo: La Gran Repisa, escalando una escombrera en el Cabeço d’Or. Es sin duda un título con engagement, pero me parece injusto por tratarse de una actividad que he disfrutado mucho y que en realidad solo tiene de escombrera el final del primer largo. De esta vía destacaría su carácter de aventura, la soledad prácticamente garantizada y el hecho de pasar por lugares inaccesibles y hermosos de esta montaña que tanto me gusta que es el Cabeçó d’Or. Es, en definitiva, una actividad para quienes buscan una experiencia híbrida, que mezcla el reto de la verticalidad con la recompensa de disfrutar del entorno.

Galería de fotos

Agradecimientos

Quiero agradecer a mis compañeros de escalada, Darwin Beviá Domenech y Fernando Baeza Pardo, por compartir sus fotos después de que yo perdiera las mías. Sin su ayuda, este artículo no habría quedado tan bien ilustrado.