Para nuestra última jornada en Pirineos teníamos claro que haríamos algo de bicicleta de montaña. Traíamos dos pepinos que Simón había cogido de su tienda de bicis en Alfaz del Pí y los llevábamos como lastre desde hacía más de mil kilómetros, ¡como para no usarlos!
La ruta que habíamos decidido tras hacer la ferrata Cascada del Sorrosal el día anterior, fue la de los miradores de Ordesa saliendo desde Torla, y aunque a priori parecía dura, prometía compensar con unas vistas de excepción sobre el valle de Ordesa y el macizo de Monte Perdido. La bajada la haríamos por una senda que pondría a prueba nuestra habilidad sobre la bicicleta pero que finalmente, para alegría mía y pena de Simón, no existía o no supimos encontrar.
El macizo de Monte Perdido, conocido en tierras aragonesas como Treserols o Tres Sorores, y en Francia como Marboré, es el altozano calcáreo más alto de Europa (3.355 m). Su cumbre fue ascendida por primera vez en agosto de 1802 por el geólogo y botánico Ramond de Carbonnières cuando todavía se pensaba que era la más alta del Pirineo. Se encuentra dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido que fué declarado como tal el 16 de agosto de 1918 (dos meses después del primer Parque Nacional español, el de Covadonga). Siendo una de las zonas mejor preservadas del Pirineo en su interior encontramos unas 1.500 especies vegetales con numerosos endemismos. También la fauna salvaje del macizo es excepcional aunque por desgracia el último bucardo (cabra montés pirenaica) se extinguió en el invierno de 1999. Nosotros tuvimos la suerte de ver un quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), en el último de los miradores en el que estuvimos, volando por encima de nuestras cabezas a apenas 10 metros de distancia de donde nos encontrábamos.
La afluencia de visitantes en los últimos años es tan grande que ha obligado a tomar medidas de cara a limitar el acceso de vehículos e incluso de excursionistas a algunas zonas y el uso de la bicicleta dentro de los límites del parque está prohibido. La ruta que nosotros realizamos aunque discurre íntegramente fuera del área protegida ofrece unas excepcionales vistas del parque.
Pasamos la noche en la furgoneta junto a la poza del río Ara (en Torla) donde la tarde anterior nos habíamos dado un chapuzón, y comenzamos la ruta desde allí mismo. Habíamos aparcado en un pequeño rellano junto a la pista que viene del camping río Ara y que está balizado como GR 15. La ruta comienza siguiendo dicha ruta balizada, pero en la primera curva pronunciada a la derecha dejamos la senda balizada y seguimos por la pista en dirección a la ermita de Santa Ana. Una barrera impide el paso de vehículos no autorizados. Esta primera parte de la ruta es la más dura con pendientes muy pronunciadas. A partir de la ermita la subida se suaviza aunque es constante.
El primer mirador del que disfrutamos es el conocido como Mirador del Rey desde donde vemos el Tozal del Mallo, el Gallinero y la Muralla de la Fraucata paredes a las que me gustaría mucho venir en un futuro no muy lejano a disfrutar de alguna de sus espectaculares vías de escalada. Detrás los Gabietos, el Taillón y la Brecha de Rolando, el resto de picos estaban cubiertos de nubes y no se veían.
Continuamos por la pista y dejamos la punta Acuta (2.236 m) a nuestra izquierda para llegar al siguiente mirador desde donde inicialmente pensábamos volver, pero tras hablar con unos excursionistas que nos instan a seguir hasta el último de los miradores, decidimos hacerles caso. Un suave subir y bajar por la pista y un pequeño tramo por senda nos deja en él, y realmente merece la pena a pesar de que el Perdido está cubierto de nubes.
Durante la subida nos hemos cruzado con varias furgonetas que suben a turistas a estos miradores, pero cuando nosotros llegamos todos están ya de vuelta y podemos disfrutar del lugar en completa soledad.
Volvemos a Punta Acuta y yo me subo a su cumbre (a pie) por el puro vicio de subir, ante la atónita mirada de Simón que no entiende para qué coño me estoy subiendo allí arriba con el tute que llevamos y el que aún nos queda.
La vuelta la hicimos por el Cuello de Diazas, Pico de Enmedio y Pico de la Caña, continuamos por pista hasta Buesa y por carretera hasta Broto para coger desde allí el GR 15 que nos deja en el punto de inicio de la ruta. Aún nos queda algún repecho que pone a prueba nuestra resistencia y estas últimas subidas se hacen realmente duras.
Al final la ruta fueron 45 km de longitud y 1.673 m de desnivel positivo y otros tantos de bajada, desde luego una actividad muy intensa, al menos para mi, que llevaba más de un año sin subir a una bici, pero eso si, disfrute un montón. Desde luego si tuviera más tiempo le dedicaría algo más a la bici, pero como tengo poco prefiero salir a trepar. En todo caso me gustaría poder contaros alguna otra actividad en bici.
Con esta ruta termina nuestra pequeña escapada a Pirineos, y de vuelta nos paramos en Valencia ya que Poli había subido desde Granada a ver a unos amigos comunes a los que hacia más de 15 años que no veía. Estuvimos en casa de Amparo disfrutando de una espectacular paella que nos había preparado Carlos y fue la guinda perfecta con la que terminar el viaje.
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Mapa de la ruta
Resumen de la actividad
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