Tras nuestro fin de semana de montaña por Pirineos, y aprovechando que el día 1 de noviembre era fiesta y el 31 teníamos puente, nos fuimos a Riglos con un plan de escalada muy ambicioso.
La idea me la propueso Poli tras escalar el Diedro UBSA en el Peñon de Ifach. Pensó que podíamos aprovechar el viaje y pasar por Riglos. Tenía bastante clara la vía, la normal al Puro. Se trata de una vía 180m con una dificultad máxima de 6b en el último largo. El resto de la vía es de V+ muy mantenido con pasos de 6a.
Llegamos del Pirineo el mismo domingo tras bajar del Petrechema y fuimos al refugio de escaladores pensando que allí podrían ampliar la información que disponíamos de la vía. La verdad es que no nos gustó mucho el refugio que recordaba más a un albergue que a un refugio. Por si fuera poco el guarda no estuvo precisamente simpático. El caso es que Lidón, Poli y yo dormimos allí. Iva y Simón se quedarón (acertadamente) en su furgoneta.
Al final la idea era hacer el Puro por la normal para luego bajar al collado y terminar de subir el Mallo Pisón por la Serón-Millán. La cordada la formabamos Poli y yo puesto que Lidón hacía mucho que no escalaba y no estaba en buena forma. Iva y Simón se volvian ese mismo día a Alicante.
Por la mañana madrugamos y estábamos a pie de vía a buena hora. Aún así nos costó ponernos en marcha.
Poli le tiro al primer largo en principio un V+, pero resultó muy mantenido y atlético. Le costó mucho sacarlo y si bien no cayó, si que descanso en algunos seguros. Después le tiré yo, y ya desde el principio vi claro que no debiamos hacer la vía. Me costó mucho y tuve que emplearme a fondo, llegue a la reunión con hormigueos en los brazos, cosa extraña que nunca antes me había ocurrido. En cuanto llegué a la reunión le dije a Poli que no lo veia y que por mi nos bajábamos. Poli también lo vió claro, así que nos bajamos.
Visto en perspectiva pienso que podíamos haber hecho la vía, sin embargo, estoy contento con nuestra decisión que creo fué la acertada puesto que ninguno tuvimos buenas sensaciones. Por otra parte nuestro objetivo era muy ambicioso y quizá poco realista ya que ninguno habíamos escalado aquí antes y Los Mallos nos pusieron en nuestro sitio. Debo decir que al menos yo no me encontraba al 100%, ni física ni psicologicamente a esto hay que sumar que no empleamos la técnica que requiere este tipo de conglomerado por lo cual nos agotamos más de la cuenta.
De todos modos no nos volvimos directamente sino que nos quedamos allí haciendo escalada deportiva y fue un acierto porque conocimos a unos maños la mar de majos que nos explicaron la técnica adecuada para subir en este tipo de roca tan particular y con los que pasamos una tarde muy a gusto. Al final hicimos cinco vías más entre el 6a y el 6b+, esta vez si, con la técnica correcta y disfrutamos un montón.
Terminamos la jornada en el bar El Puro donde si que hay un auténtico ambientazo montañero. Prefiero no entrar en detalles sobre el final de la noche simplemente decir que acabamos bastante perjudicados.
He vuelto de nuestro paso por Riglos muy contento porque he aprendido mucho con este viaje. He aprendido a moverme con cierta soltura por este tipo de roca y he aprendido que si en un viaje están pensadas varias actividades lo mejor es que la escalada sea la primera en ser realizada ya que aunque las otras actividades sean sencillas, desgastan. Y la escalada exige más sobre todo psicologicamente. La próxima vez que vuelva por aquí (que volveré) ya os lo contaré.
Resumen de la actividad
Entorno y medio | |
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Prepirineo oscense |