Al día siguiente a nuestra ascensión a los Culfredas, y tras tener claro que no haríamos la cresta de La Pez, nos fuimos a Barbastro ya que a Simón le habían enviado unos GPS para montaña a la oficina de MRW de dicha localidad y tenía que recogerlos antes de nuestro retorno a casa. Decidimos que en lugar de volver al valle de Gistaín lo haríamos al de Ordesa y tras pasar la mañana prácticamente entera en el coche llegamos a Broto a la hora de comer. Por lo tanto sólo disponíamos de media jornada para realizar alguna actividad.
Buscamos algo que se adaptara al tiempo que teníamos y dudamos entre hacer una ruta en bici o esta vía ferrata que fue por la que al final nos decidimos. La ruta en bici la dejamos para el sábado y os la cuento en la próxima entrada.
La ferrata es visible desde el pueblo y no pasa desapercibida, ya que en su primera parte discurre junto a la gran cascada del Sorrosal. Su dificultad es moderada (K2) y tiene una longitud de 610 metros, aunque gran parte de ellos son en horizontal. Eso sí, esta es sin duda la vía ferrata más original y variada que he hecho en mi vida. ¡Tiene incluso una poza! y, de haberlo sabido, me habría subido un bocata para comer allí mismo en lugar de hacerlo en el pueblo justo antes de comenzar. A pesar de su moderada dificultad tiene la tercera mejor puntuación de cuantas aparecen en la página web deandar.com, auténtica biblia para los fanáticos de la vías ferrata.
Al inicio de la vía se accede caminando desde el pueblo en apenas 5 minutos. Llegamos a un anfiteatro natural y comenzamos la ascensión en una zona muy húmeda, donde a pesar de que hacía un día caluroso, nos refrescamos por el agua que cae de las rocas superiores. La cascada de Sorrosal, con sus dos espectaculares saltos de 40 y 45 m, se encuentra a nuestra derecha.
En esta primera parte además de las clásicas grapas nos encontramos escalerillas metálicas que por lo visto son la única solución viable para este tipo de roca. La última de las escalerillas nos deja en un lugar conocido como la ventana de Broto desde donde divisamos el pueblo. Se continúa por un pequeño túnel, conocido como la mina y que fue excavado a mano, que cruza hasta el interior del cañón desde donde podemos admirar el impresionante salto de la cascada desde arriba. Esta cascada y el barranco entero (que empieza mucho más arriba) se descienden en modalidad deportiva de barrancos. Para atravesar el túnel es recomendable llevar frontal sobre todo porque un arroyo de agua con bastante caudal lo cruza y conviene ver donde ponemos los pies sino queremos acabar empapados.
El siguiente tramo es el que más encanto tiene. Vamos por el interior del barranco, cruzamos un puente y salimos a la poza que os comentaba más arriba. A partir de aquí el paisaje cambia completamente y vamos ascendiendo por una zona con mucha vegetación (sobre todo quejigos) para llegar a la última parte que aunque es puro trámite nos ofrece unas bonitas vistas de Broto y de la primera parte de la vía. La ruta termina en un prado muy agradable donde se puede descansar antes de bajar por una senda balizada que sin pérdida nos deja en el pueblo en apenas 20 minutos.
Nosotros cuando terminamos fuimos al pueblo a tomar unas cervezas mientras maquinamos la ruta para el día siguiente y después a una enorme poza que hay en el río Ara junto a Torla, creo que la más fría de cuantas me he bañado. En este lugar pasamos la noche.
Solo añadir que aunque espectacular, original, disfrutona y muy bien diseñada para mi gusto queda un poco corta, y eso a pesar de sus 610 m de longitud, pero como ya he dicho un parte importante de ellos son en horizontal y al final el desnivel no supera los 200 m. Se nota que está diseñada para que las empresas de aventura lleven por ella clientes, aunque eso no le resta interés.
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Resumen de la actividad
Entorno y medio | |
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Pirineo aragonés | |
Valle de Broto |